El objetivo final de la meditación es ver nuestra verdadera naturaleza. El primer paso en esa dirección consiste en adoptar la posición del testigo. Se trata de estar atento a los pensamientos a medida que surgen para darnos cuenta, para realizar, que no podemos ser aquello que estamos viendo. Nos daremos cuenta que no somos la mente...
Aunque se dice fácil, ser testigo de tus pensamientos (de tu vida) no lo es y requiere un esfuerzo, una intención y dedicación (igual que los que se ejercitan en el gimnasio).
Hay que ver lo que cuesta a veces, o al menos a mi, silenciar la mente lo suficiente como para poder estar atento a los pensamientos que surgen. Ojo, que no se trata de poner la mente en blanco, lo que creo que en general no es posible ni nuestro objetivo inmediato, sino simplemente de ver lo que pasa por nuestra pantalla mental tratando de no identificarse.
La dificultad es prestar atención, la mente divaga y a menudo nos descubrimos pensando en cien cosas mientras tratamos de meditar. Es normal, lo único que hay que hacer es volver a estar atentos. Retomar el hilo de la atención. Otras veces, estamos tan enfrascados en nuestras luchas diarias que no es posible encontrar la paz. Nos sentimos incapaces de meditar...
Si esto es transitorio, puede ser normal, pero si es muy frecuente, puede ser debido a que en nuestro interior haya un estado de guerra o tensión continua. Es para estos casos donde incide el siguiente párrafo del libro que os quiero presentar:
"…Otra causa de fracaso (para silenciarse interiormente) suele ser el ponerse a buscar el silencio cuando debiera antes generarse una actitud de unificación interior; hay cierto trabajo sobre uno mismo que puede hacerse para irse silenciando…
Este silenciamiento progresivo … tiene que ver con un creciente dominio de aquello que nos controla más allá de nuestra intención profunda. Es un ir haciéndose dueño de lo que llaman “las pasiones”… Esto es todo un problema en la época actual, donde precisamente el “ser pasional” o “lo pasional” está bien visto y muy valorado. Lo pasional es lo que se padece, lo que ocurre superando la propia intencionalidad, lo que a mi pesar me sucede..." fragmento del libro: La oración de Jesús. Iniciación a la práctica.
Para conseguir cierto grado de silencio interior se requiere que la mente está pacificada, es decir, que no haya conflictos importantes, tan frecuentes hoy en día, por ejemplo entre lo que quiero y lo que hago, lo que me gustaría ser y lo que pienso que soy, entre mis pensamientos y mis actos, etc . Todo ello genera fricción mental y origina un montón de divagación mental que impide que la meditación fluya y fructifique.
En caso que os sintáis identificados con este problema que he descrito, no os desaniméis, confío en que sabréis insistir en esta meditación, porque el nombre de Jesús tiene poder, pero hay que facilitarle el trabajo.
En el caso de que haya mucho lío mental o conflicto interior es recomendable tener un amigo íntimo a quien abrirse porque solo el hecho de verbalizar lo que nos ocurre ya es en si mismo curativo o restaurador, nos ayuda a poner orden en nuestra cabeza y la "confesión" siempre es catártica y curativa. Si esto no es suficiente, puede ser bueno acudir a un psicólogo que nos oriente o ayude a desmalezar nuestra selva mental y a ser más nosotros mismos.
En definitiva, este libro es un pequeño tesoro para todos los que os interese la llamada "oración del nombre de Jesús" que no es otra cosa que el mantra cristiano por excelencia: "Señor Jesucristo, hijo de Dios, ten piedad de mi" o más sencillo aún, repetir el nombre de Jesucristo como base de la meditación.
Si sigues esta vía obtendrás mucho fruto ya que conseguirás reemplazar la divagación (mente del mono) por la oración (mente centrada y pacificada) y estar más cerca de tu verdadero ser.