—"Contacto con Dios" (Anthony de Mello)
—"Hara. Centro vital del hombre" ( Karlfried Durckheim)
—Yo soy eso (Nisargadatta Maharaj)
Explica el advaita como nadie. Me llega al mismo centro y me inspira. Es todo tan simple, el solo hizo y confió en lo que le dijo su maestro. De cada capítulo del libro podría sacar un cita de las que llevan toda una vida digerir. Ahí va una:
Se trata de las charlas que dio el maestro durante un retiro a sacerdotes católicos. Pocos libros he encontrado tan inspiradores como éste. Solo decir que cuando lo leí no era en absoluto católico pero el leerlo me dirigió a la práctica de la Oración del nombre que me ha cambiado la vida.
Es un libro que tengo subrayado de arriba a abajo. Ahí va una muestra (dinamita pura):
“El día en que brote en vuestro corazón un ardiente deseo de Dios, ese día alegraos, porque no pasará mucho tiempo antes de que se cumpla vuestro deseo. Desgraciadamente, sin embargo, son muchos los que ni siquiera tienen dicho deseo, porque han perdido su hambre de Dios. Si éste es tu caso, no te desanimes. ¿Deseas, al menos, sentir ese hambre de Dios? ¡Perfecto! Lo que tienes que hacer, entonces, es recurrir al segundo de los dos medios que mencionábamos hace un momento: insistir en la oración de petición. Debes pedir la gracia del encuentro con Cristo (que es tu derecho y tu privilegio de apóstol); debes pedir la efusión del Espíritu; debes pedir que te sea devuelta el hambre de Dios. Ciertamente, lo que se te pide no es nada especialmente difícil. Limítate, simplemente, a sentarte como un mendigo en presencia del Señor y no dejes de agitar tu escudilla hasta que esté llena. Y niégate a aceptar un «No» o un «Más tarde» por respuesta. Al Señor le gusta esta clase de amorosa insistencia, sobre todo cuando lo que insistimos en pedirle es el don de sí mismo. Imitad a la mujer cananea de Mt 15, que no se rindió ni siquiera ante el evidente desaire de que fue objeto por parte del Señor, por lo cual éste mostró su amor y su admiración hacia ella. O imitad al centurión de Mt 9: «Una palabra tuya, Señor, es suficiente... No tienes más que decir una simple palabra...» Recordad cuán favorablemente acogió también el Señor esta oración”.
Para entrar en el significado de la respiración y del “centro energético” del hombre. Como otros libros de este autor no es fácil de leer porque utiliza un léxico quizás algo pasado de moda y además le da demasiadas vueltas al mismo asunto (se podría resumir en la mitad de páginas) , pero cuando consigues entrar en él y enterarte de qué habla vale su peso en oro. Tiene un apéndice de 40 páginas que también justifica por él mismo la compra del libro.
“No se tratará de descubrir nuevos ejercicios de postura, distensión o respiración, sino de iniciar al lector a un sólo ejercicio, el de la postura, la respiración, y la relación justa entre tensión y distensión … y poner todo esto al servicio del camino interior”.
“En el ejercicio del camino interior es determinante sentir el cuerpo interior … luego, sin modificar la postura, hay que dejarse deslizar ligeramente en la espiración, la cual automáticamente se hace más larga que la inspiración. Tomando todo el tiempo que se precise, se repite este ejercicio hasta que se produzca el primer movimiento que lleva a la actitud justa: el soltar presa, … al que le sigue inmediatamente un segundo movimiento; el de asentarse … en la pelvis al final de la espiración..
Explica el advaita como nadie. Me llega al mismo centro y me inspira. Es todo tan simple, el solo hizo y confió en lo que le dijo su maestro. De cada capítulo del libro podría sacar un cita de las que llevan toda una vida digerir. Ahí va una:
“Mah: ¿Cómo puede usted tener alguna visión de mi estado cuando no tiene ninguna visión del suyo propio? Cuando falta el instrumento mismo de la visión, ¿no es importante encontrarlo primero? Es como un hombre ciego que quiere aprender a pintar antes de recuperar la vista. Usted quiere conocer mi estado —¿pero conoce usted el estado de su esposa o de su sirviente?
Int: Solo estoy pidiendo algunas indicaciones.
Mah: Bien, voy a darle una clave muy significativa —donde usted ve diferencias, yo no las veo. Para mí es suficiente. Si usted piensa que no es suficiente, yo solo puedo repetirlo; es suficiente. Píenselo profundamente y llegará a ver lo que yo veo.
Usted parece querer una visión instantánea, olvidando que el instante es precedido siempre por una larga preparación. El fruto cae repentinamente pero la maduración lleva tiempo”.
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