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miércoles, 14 de diciembre de 2011

La oración del nombre

                         

Se trata de una forma de orar que consiste en repetir sin parar una frase que tiene el nombre de Jesús. Lo forma más común es "Señor Jesucristo ten compasión", pero uno puede adaptarla un poco a su gusto e idiosincrasia, así, puedes introducir la palabra Dios, pecador, piedad, etc para formar una frase con la que te sientas en sintonía. Lo importante, es que esta repetición se convierta en un verdadero hábito mental.
Algunos direis que es una forma de autosugestión, o que no vale la pena porque puede ser una forma de embotamiento mental, no obstante, os diria que muchas veces pasamos las horas o los días inmeros en un constante parloteo mental en relación a la toma de control por parte de nuestra mente habitual a la que llamo "el loro" o "el mono". Estos periodos, que con frecuencia son más la regla que la excepción, no son para nada provechosos para la vida del alma y a veces, la mente está tan intoxicada por estos malos hábitos  que no hay forma de que el silencio se haga.
Creo que esta forma de oración es una herramienta fantástica para estos casos. En definitiva no es muy diferente de "la oración centrante" del padre Tomas Keating ni de las técnicas del budismo vipasana de estar focalizado en la respiración.
El padre Anthony de Mello (que es la inspiración y el origen de mi contacto con esta forma de meditación) afirma que conoce a varias personas que han experimentado grandes transformaciones en sus vidas practicando esta plegaria.  Incluso el mismo padre de Mello afirma que experimentó un cambio difícil de describir gracias al poder de la oración.
En definitiva, esta plegaria no deja de ser un mantra, un mantra cristiano, y casi con seguridad su origen hay que buscarlo en el hinduismo, de donde probablemente fue adaptado por los Padres del Desierto que empleaban la siguiente fórmula:
"Deus in adiutorium neum intende, Domine ad adiuvandum me festina" (Dios mio, ven en mi ayuda; Señor, apresurate a socorrerme) y de ellos pasó al misticismo del cristianismo ortodoxo.

El padre de Mello indica que es sumamente importante que la fórmula sea a) rítmica, b) resonante y c) uniforme , es decir, una vez escoges una no debes cambiarla fácilmente.  Lo importante es repetirla hasta la saciedad, hasta que se convierta en algo automático, es decir, la idea es que se convierta en un "buen hábito" mental. Es bueno tamibén repetirla en voz alta cuando se está solo.

Me ha gustado mucho el ejemplo que pone el padre de Mello de una religiosa amiga que le contó que durante el noviciado la Maestra de novicias les recomendó que cada una de ellas escogiera una breve plegaria para repetir al ritmo del caminar y que lo hizo con tesón. Explica que después del noviciado ya no lo hizo más pero que sus efectos se prolongaron en el tiempo ya que cada vez que empieza a caminar, de forma automática su mente empieza a orar (meditar). Lo mismo es aplicable a las personas que tienen un trabajo mecánico, que pueden ir orando-meditando de esta manera mientras trabajan.


No puedo dejar de recomendar de forma intensa el libro donde el padre de Mello explica todo este tema y otros: "Contacto con Dios" aunque debo advertir (para que nadie lo compre engañado) que el libro está basado en unos ejercicicios espirituales católicos y se cita la biblia con profusión.

Unos días despues de escribir esta entrada he encontrado una similar pero mucho más amplia y que también recomiendo sin reservas:


http://maestrosespirituales.blogspot.com.es/

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